La revista Axxis Número 273 publicó el siguiente artículo en la sección - Decoración-
HOGAR EN LAS ALTURAS
Áreas para la actividad social, recogimiento para la vida familiar, apertura al aire libre y vista sobre los cerros y la ciudad crean el ambiente de estos apartamentos en Bogotá.
Densamente poblada y desarrollada en la altura, la actual Bogotá no deja mucho espacio para vivir en casa, como fue la costumbre hasta mediados de los años setenta. Quienes se deciden por este formato tienen que buscar opciones en los condominios campestres o las urbanizaciones residenciales de la periferia. Sin embargo, una familia con dos niñas pequeñas y dos hijos adultos tuvo la suerte de establecer su hogar en un apartamento dúplex en los últimos pisos de un edificio con vista a los cerros y al paisaje urbano.
El diseño final se definió a través de un trabajo conjunto entre los dueños de la casa y el arquitecto Carlos Lleras Figueroa. La construcción y el ajusto de los detalles de acabados estuvieron a cargo del arquitecto Ignacio Samper.
Al apartamento se ingresa por el nivel superior, donde está la zona social, que por su amplitud y claridad recuerda el interior de las casas que construyeron en barrios residenciales bogotanos como el Chicó, entre finales de los años cincuenta y sesenta, ya casi todas desaparecidas. Muros blancos pisos de roble tintillado, tramados en madera y grandes ventanales forman un entorno arquitectónico con sabor a racionalismo moderno que acoge acoge con naturalidad un amoblamiento que incluye piezas de época, como el comedor con una mesa de tipo eduardiano y diez sillas de Luis XVI. Como este, son muchos los muebles y objetos que han estado en la familia durante generaciones. Un patio abierto separa el comedor de la sala, compuesta por un sofá en "L" y poltronas tapizadas en cuero frente a una chimenea enchapada en lajas estriadas de piedra arenisca. Allí un armario hace parte del legado de los propietarios.
A un lado de la sala, tras un muro que sirve de respaldo a un políptico del artista bogotano Luis Luna, se respira un ambiente diferente y sofisticado: es el estudio con sala de música instalada en un nicho de madera oscura con estantes para libros y discos, marco perfecto para el piano Bösendorfer de media cola que llegó de Austria a finales de los años cincuenta y en el que la propietaria tocó sus primeras notas. Junto a éste una batería y algunas guitarras completan el escenario.
Para sentarse a escuchar, un sofá chéster con sus sillas compañeras, de Restoration Hardware, y una poltrona orejona que el dueño hizo tapizar en cuero rojo, crean un espacio cálido en el que se destaca la presencia de un díptico, también rojo, del artista Juan Carlos Delgado.
Estos espacios sociales están ubicados por un corredor donde tras unas puertas blancas instalaron un bar. Frente a este espacio, las escaleras con tramado de madera y barandas de vidrio templado comunican arriba con la terraza y abajo con el piso familiar.
Más íntimo y reservado, el piso de actividad familiar cuenta con un amplio estar con sofá en "L" y detrás de él una línea de escritorios para leer y hacer tareas. Las niñas disponen de su cuarto de juegos decorado en tonos pastel y rosados, contiguo a la alcoba que comparten, que tiene una decoración de estilo victoriano, con lámpara de cristal y un mullido tapete blanco de lana de hebras largas. Hay una habitación adicional para los hijos mayores cuando vienen de visita.
Con el muro de la cabecera de la cama tapizado en cuero marrón y los demás en blanco, la alcoba principal se desarrolla ante un extenso ventanal de piso a techo con vista a los cerros, que abarca todo el frente del dormitorio y se duplica en el espejo del vestier, un espacio generoso que remata en el baño principal.
Y como corresponde a una casa de buen tamaño, la cocina, con muebles terminados en poliuretano blanco alrededor de un mesón en isla, ofrece un área de trabajo eficiente y un espacio auxiliar puesto a lo largo de una ventanal que recibe la luz de la mañana.
Ambientada por la vegetación de los muros verdes que recubren la estructura del edificio, está la terraza con un área de asados y un comedor al aire libre, donde una plataforma de tablones de resina aglomerada y muebles de intemperie bajo pérgolas con enredaderas dan la sensación de un jardín italiano que se levanta sobre la ciudad, siendo el remate de una propuesta de arquitectura e interiorismo que lleva a sus habitantes a sentirse lejos del ajetreo de una metrópoli como Bogotá.